El pasado domingo 30 de abril se celebró en la localidad de Andacollo, Neuquén, 50 años de la inauguración del primer Centro Comunitario Rural Evangélico. Corría el año 1973 y el arquitecto Antonio Murillo Luque viajaba invitado por el pastor Bongarrá a la provincia de Neuquén para decidir la localización y diseño más apropiado para lo que sería la primera escuela rural evangélica en la Patagonia Argentina. Era un momento muy particular del país y de la provincia, en la que se estaban estableciendo los fundamentos para su desarrollo y muchos de sus territorios eran todavía inaccesibles.
Este desafío profesional, construir escuelas rurales en plena cordillera de los Andes para poblaciones rurales con perfiles criollos y de comunidades originarios fascinó al arquitecto, desplegando una enorme creatividad en el diseño adaptado a un clima riguroso, la elección de materiales disponibles localmente y la introducción de técnicas constructivas que aseguraran su durabilidad. Pero también constituyó un desafío espiritual significativo. Dejar atrás la comodidad de construir en la ciudad para alcanzar sirviendo a personas de otras culturas viviendo en la frontera. La historia de su padre, el sacerdote católico protagonista de "La Sombra del Seminario" volvió una vez más a inspirar a Antonio a decidir trabajar y esforzarse por la causa del evangelio. Pero esta búsqueda de servir al prójimo de una manera integral, es decir, no solo brindándole los medios para educarse, aprendiendo a leer y a escribir, se vio complementada con una formación espiritual que indicase claramente el sentido de la vida.
A 50 años de dicha fundación, el pueblo de Andacollo festejó la presencia del Centro Comunitario invitando a sus docentes, exalumnos y figuras representativas de la comunidad recreando historias y testimonios que hablan elocuentemente de la obra realizada y su legado presente. Historias de la relación del arquitecto con quienes trabajaron en la obra y el diálogo profundo sobre las verdades del evangelio trascienden esa época transmitiendo esas verdades a las generaciones presentes. En el acto se entregó junto a muchas otras personas una placa recordatoria a Marcelo Alejandro Murillo, hijo del arquitecto, presente en el evento. La visita permitió desentrañar historias del pasado estrechamente enlazadas en el presente. Como la historia de uno de los albañiles de la obra que habiendo recibido el obsequio de una biblia por parte del arquitecto, se excusar de aceptar por no saber leer y escribir. Ante la negativa, el arquitecto insistió ofreciendo dar el obsequio sagrado a su hijo, estudiante del centro, a través de quien entró el evangelio a ese hogar. Milagrosamente y propio de esas historias que nos entrelazan profundamente en nuestras vidas Marcelo tuvo el privilegio de participar de la boda de este muchacho, hoy ya un hombre, a través de quien la luz del evangelio iluminó a su familia y a través de ella a toda la comunidad de Andacollo.El hijo del autor de "La Sombra del Seminario" continuando con el derrotero familiar de honrar a Dios a través de la profesión y el servicio al prójimo, pudo experimentar de qué manera la vida y obra de Antonio Murillo Luque ha dejado una huella en Andacollo. Y como esta huella a cincuenta años de la piedra fundamental del Centro Comunitario Rural continua sirviendo al propósito de albergar la educación y desarrollo espiritual de familias deseosas de vivir con integridad.
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